Somos aire, no tierra …”(Merab Mamardashvili)

26 de abril de 1986. 1h 23’58”.
Una serie de explosiones destruyeron el reactor de la Central Eléctrica Atómica en Chernóbil. Comenzaba así una de las mayores catástrofes del siglo. Bastó solo una semana para que Chernóbil se convirtiera en un problema para todo el mundo. El 2 de mayo estaba presente en Japón y el 4 en China. Y el 5 y 6 ya estaba en Estados Unidos y Canadá.

Ganadora del premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexiévich, escribe este ensayo en 1996. Hoy, 34 años después, seguimos mirando los estragos que produjo la catástrofe de Chernóbil.

El libro recoge testimonios de primera mano, gente que se quedó sin voz, sin familia, sin trabajo, sin casa…
Son relatos que te encogen el alma, la gente se despedía de sus casas como si fuese una persona, pensaban regresar, “ nos vamos para tres días” decían. A lo niños les mentían y los perros y gatos domésticos esperaban a que sus dueños regresaran a sus casas.
“Para siempre no existía, había que evacuar, como en la guerra “. Lo comparaban con Hiroshima o con Leningrado en la Segunda Guerra Mundial.
“ Chernóbil ha pasado para que haya filósofos “

Un ensayo duro, recomendable y verdadero. Hay alguna ocasión en la que las lágrimas se me han saltado. No conocía en profundidad mucho sobre el tema y la autora hace que lo sientas casi de primera mano.

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Miriam