EL HUERTO DE EMERSON, de Luis Landero.
Editorial: Tusquets
«No debemos intentar gustar a los demás al precio de traicionar o falsear nuestro verdadero modo de ser. Tenemos que saber quiénes somos y cuál es nuestro mundo, propio e intransferible. ¿Dónde ir a buscarnos a nosotros mismos? ¿Tendremos, como Ulises, que navegar por mil islas y salir airosos de peligrosas aventuras para llegar a Ítaca? Sin duda.
Cada cual es Ulises en busca de sí mismo.
Sólo que Ítaca no está lejos.
No, ya estamos en Ítaca».
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Leí del autor «Lluvia fina» y recuerdo que me gustó mucho su manera de escribir y la capacidad tan bonita de transmitir emociones y sentimientos.
Este, su último libro, me ha parecido sencillo y, a la vez, una genialidad. Se trata de una obra intimista, compuesta por relatos sobre las vivencias pasadas del propio autor, incluida su infancia en un pueblo de Extremadura.
Una lectura nostálgica en la que se hacen resaltar reflexiones imprescindibles acerca de lo verdaderamente importante en la vida.
De hecho, más de un post it indican la ubicación exacta en la que he encontrado una de esas frases dignas de mención (y de recordar de vez en cuando), entendidas como una verdad universal.
A mi criterio, especialmente bonitos los capítulos 4 –»Donde Pache»–, 6 –»Un noviazgo»– y 8 –»Hombres y mujeres»–, pues a través de una sensibilidad única, el autor aborda cuestiones que merece la pena madurar una y otra vez en nuestras cabecitas.
