Una historia tremendamente bonita, a la par que sensible, que nos ayuda a explicarles a los más pequeños que a veces no nos podemos despedir de alguien a quien queremos mucho antes de que se marche, pero sí podemos atesorar nuestros recuerdos con ellos, que es la manera más bonita de tenerlos presentes. Bueno, a los peques y también a los mayores.
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