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LA TIRANÍA DEL MÉRITO, de Michael J. Sandel.

LA TIRANÍA DEL MÉRITO

LA TIRANÍA DEL MÉRITO

Editorial: @debatelibros


«El individuo afortunado rara vez se contenta con el hecho de ser afortunado. Por encima de ello, necesita saber que tiene derecho a su buena fortuna. Quiere estar convencido de que se la merece en comparación con otros», decía Max Weber.

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En un momento como el actual, la del mérito es una cuestión sobre la que debemos reflexionar, porque si entendemos que «mi éxito es obra mía», también lo es que «el fracaso del otro ha de ser por culpa suya», resultando algo totalmente corrosivo para la sociedad, que nos impide empatizar con las vida de otros.


Sin embargo, la capacidad de ascender, al parecer, no depende tanto del deseo de salir de la pobreza como del acceso a la educación, la sanidad y otros recursos que preparan a las personas para tener un mayor éxito en el mundo laboral.
La fe estadounidense, y cada vez más europeizada, en que «si trabajas y tienes talento, puedes ascender socialmente» ya no encaja con los hechos observados sobre el terreno. Existe una brecha entre ricos y pobres cada vez más palpable y no debemos ni podemos conformarnos con que el Estado ayude a las personas a subir una escalera cuyos peldaños están cada vez más separados entre sí.


La idea que tenemos de que el sistema prima el talento y el trabajo anima a los ganadores a considerar que su éxito ha sido obra suya, un indicador de su virtud, y a mirar con condescendencia a quienes no han sido afortunados como ellos. La soberbia meritocrática hace que los ganadores se olviden de lo mucho que les ha ayudado su fortuna y su buena suerte para llegar hasta ahí. Parece que «los de arriba» se merecen el destino que les ha tocado y que «los de abajo» se merecen también el suyo. Eso es lo que hace que el mérito sea una especie de tiranía o de gobierno injusto.

Una obra de este fantástico profesor de filosofía política en Harvard que, a través de un maravilloso ensayo, pone sobre la mesa cuestiones del todo necesarias que rigen nuestra sociedad y dan forma a nuestros prejuicios sobre lo que tenemos, lo que hemos conseguido y lo que, por ende, nuestros semejantes entienden que somos. Nada más lejos de la realidad…


¿Somos responsables de nuestro destino? ¿Tenemos siempre lo que merecemos?

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