«–Pueden forzarte a decir cualquiera cosa, pero no hay manera de hacértelo creer. Dentro de ti no pueden entrar nunca.–Eso es verdad. No pueden penetrar en nuestra alma. Si podemos sentir que merece la pena seguir siendo humanos, aunque no tenga ningún resultado positivo, los habremos derrotado».
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1984, de George Orwell, es una distopía cuya trama ocurre en Oceanía, un país dominado por un gobierno totalitario que mantiene en constante vigilancia a sus ciudadanos y que insiste en espiar sus pensamientos para mantener el orden bajo los siguientes tres lemas principales: #LaGuerraEsLaPaz, #LaLibertadEsLaEsclavitud y #LaIgnoranciaEsLaFuerza.
La novela es una de las obras más icónicas del siglo XX por su denuncia de prácticas establecidas por gobiernos dictatoriales como los de Franco y Stalin, las cuales han sido adoptadas por muchos otros dictadores a lo largo de la historia y que tampoco es muy diferente a lo que las élites nos tienen preparado, según periodistas de investigación, para un futuro no tan lejano.
Una obra que tenía súper pendiente y que me ha encantado leer, sobre todo porque no cuesta en absoluto reconocer más similitudes de las que un@ pueda imaginar con respecto a nuestra sociedad actual y algunas de sus prácticas de manipulación.
Pero, por encima de todo, lo más importante: hace necesario reconocer a cada poco la tremenda capacidad del autor para crear una obra como esta en la década de los 50. Sin duda alguna, un hombre con una mente muy abierta y adelantado a su tiempo 
