Kualid, nuestro niño protagonista, vive con su madre y su abuelo en Kabul, en uno de los barrios más castigados por la continua guerra que viven desde hace décadas.
Como todos los críos de su edad, le gusta jugar, experimentar con su entorno y aprender cosas nuevas.
De día, trabaja con su primo Said rellenando con tierra los agujeros que los morteros abren en las calles; de noche, duerme, pero no es capaz de soñar.
Su nueva relación con Babrak, el calígrafo, no sólo le enseña el arte de comunicar sus sentimientos mediante la tinta y el pincel, sino que también le transmite valores importantes como la fortaleza de ánimo y la esperanza.
Una historia desgarradora, capaz de transmitir un mundo de dolor y guerra desde la perspectiva de un niño que ha de madurar necesariamente desde la más tierna infancia, viéndose obligado a convertirse en un adulto para llevar un trozo de pan a su casa.
Una crítica brutal del mundo en que vivimos, donde historias como esta se dan a diario y a no tantos kilómetros de distancia, infringiendo los derechos humanos de l@s más pequeñ@s.
